Durante mis 29 años de práctica clínica he visitado y tratado muchas mujeres embarazadas.
La mayoría vinieron aconsejadas por sus médicos o algún familiar para aliviar síntomas de lumbago, ciática o dolor de cadera; molestias típicas del embarazo.
Usando técnicas de tratamiento manual de la columna, específicas para este tipo de situación, la mayoría mejoraron notablemente.
Durante el embarazo, hay varios cambios fisiológicos posturales y hormonales necesarios para favorecer el desarrollo del bebé.
Las adaptaciones posturales durante este período, pueden desalinear la columna y la pelvis.
Recuerdo el caso de una joven de 24 años embarazada que traté en Italia. Fue hace unos 29 años al inicio de mi práctica clínica.
La joven vino acompañada por su madre con fuerte dolor ciático en la pierna izquierda. Estaba embarazada de 22 semanas.
Le hice un reconocimiento a fondo incluyendo el chequeo postural y palpación vertebral. Su pelvis estaba desalineada y su columna torcida.
Encontré una subluxación crónica (desalineación y falta de movimiento articular) del hueso sacro a la derecha, compensada por una contractura del musculo piramidal izquierdo. El nervio ciático pasa justamente por debajo de este pequeño -pero poderoso– músculo, en forma de pirámide y estaba inflamado.
Afortunadamente se trataba de una ciática típica del ‘síndrome piramidal’. Es una condición muy común y conocida por todos los profesionales traumatólogos, fisioterapeutas, quiroprácticos y osteópatas.
Además, encontré varias subluxaciones vertebrales a nivel lumbar y cervical y un exceso de pronación (caída del arco) plantar derecho.
Le expliqué que la estructura del cuerpo humano es una unidad funcional y que todo lo que esté torcido abajo viene compensado arriba y viceversa.
En este caso tener esta ciática nos dio la oportunidad de realinear la pelvis y toda su columna, para optimizar la comunicación de su sistema nervioso con todos los músculos y órganos del cuerpo, incluyendo el útero.
Recuerdo que la mujer me escuchaba con interés, pero no parecía encontrar relación en una cosa y otra.
Empezamos el tratamiento: le reposicioné el hueso sacro y todas las vértebras bloqueadas. También le ajusté los huesos del pie derecho. Mejoró casi instantáneamente. Le aconsejé poner hielo y volver el día siguiente.
Volvió acompañada de nuevo por su madre. Ambas tenían caras de mucha preocupación.
Le pregunté por su ciática y me dijo que estaba mucho mejor, pero me explicó que antes de venir pasó por la revisión con su ginecólogo.
Según me contaron, después de examinarla, el doctor le dijo que la niña no crecía y le había sugerido dos fármacos. El problema era que ambos fármacos tenían entre los efectos secundarios posibles defectos congénitos.
Ante sus dudas en iniciar el tratamiento farmacológico, en coordinación con su ginecólogo acordamos continuar el tratamiento iniciado y, observar el desarrollo fetal en las siguientes revisiones.
Felizmente, la niña creció normal y nació sana, por parto vaginal sin complicaciones. Se llama Sara y ahora tiene 28 años.
Posiblemente, Sara fue mi primer caso de restricción intrauterina.
¿Qué es la restricción intrauterina?
A medida que aumenta el tamaño del feto, aumenta la curva lordótica de la columna lumbar, aumenta el ángulo de inclinación anterior del hueso sacro, de los huesos iliacos y del pubis.
El útero está sostenido en la cavidad pélvica por tres pares de ligamentos fuertes que se insertan en estos huesos:
- ligamentos útero-sacros: del útero al sacro.
- ligamentos redondos del útero a los labios mayores pasando por el conducto inguinal, adherido al pubis.
- ligamentos anchos: del útero a los iliacos.
Cuando los huesos de la pelvis están desalineados, debido a viejos traumas o, a ciertos hábitos posturales incorrectos, estos ligamentos se tensan de manera asimétrica y pueden alterar la cantidad de espacio disponible para el desarrollo del feto.
Cuando la pelvis está desalineada, se reduce el espacio disponible para el desarrollo del feto. Esto se llama restricción intrauterina. Una pelvis desalineada puede también afectar el posicionamiento del feto y dificultar un parto natural.
Establecer la correcta alineación pélvica es una buena razón para obtener atención quiropráctica y fisioterapéutica durante el embarazo.
Posiciones de nalgas o posiciones posteriores pueden interferir con la facilidad natural del parto y requieren la intervención cesárea.
El tratamiento quiropráctico consiste en ajustar con técnicas manuales – específicas y seguras – todas las articulaciones del cuerpo, especialmente las articulaciones intervertebrales.
Junto con el tratamiento fisioterapéutico, que actúa sobre los tejidos blandos: ligamentos, tendones, músculos y fascia muscular, el método quiropráctico ayuda a mantener una columna flexible y bien alineada. Ambos se complementan y actúan para eliminar la tensión asimétrica de los músculos paravertebrales, de los ligamentos y de los discos intervertebrales.
De esta manera se optimiza el espacio recorrido por los 31 pares de nervios espinales, principal medio de comunicación del sistema nervioso central con los restante sistemas del cuerpo, incluyendo el sistema reproductivo.
Por tanto, mantener la columna vertebral alineada ayuda al sistema nervioso a comunicarse y promueve la salud en todo el cuerpo.
Debido a que a partir del segundo trimestre del embarazo se produce una hormona llamada relaxina que flexibiliza todos los ligamentos del cuerpo, es el momento ideal para corregir la alineación vertebral y pélvica, de manera fácil y duradera.
En los EE. UU. la mayoría de las embarazadas están bajo el cuidado quiropráctico durante todo el periodo del embarazo. Para más información consultar la web:
http://americanpregnancy.org/es/pregnancy-health/chiropractic-care-during-pregnancy/
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